martes, 21 de junio de 2022

TAREA FINAL: Reflexión higiene femenina

 


Después de leer este artículo del diario El País (2021) Los profesores solicitan productos de higiene femenina en los colegios para combatir la pobreza menstrual, escribo mi reflexión.

 

Creo que la pobreza, en términos generales, afecta al fracaso escolar por muchas razones, entre ellas, el grave problema del encarecimiento de los productos para la menstruación. Que las personas deban escoger entre comer y pagar estos productos hace que muchas no se puedan permitir una higiene adecuada en los periodos de regla. Como ya se ha dicho con anterioridad, el mal uso de determinados métodos, como el uso de papel o de trapos, hace peligrar la salud de estas personas sin recursos. La decisión de les adultes de "permitir" a les menores el quedarse en casa para no gastar o no pasar un mal rato, hace que la ausencia a las instituciones agrave seriamente sus estudios. Sin embargo, muchas veces les jóvenes se niegan a ir a clase por miedo, vergüenza y desinformación, pero también por la poca colaboración por parte de las entidades. En este caso, el problema no está tanto en les menores, sino en las instituciones y sus pocos recursos para solventar el fracaso escolar proponiendo soluciones al problema.

 

En las charlas que he realizado sobre salud e higiene, en ocasiones la mayoría de jóvenes sienten un bochorno inmenso. Muy pocas personas se atreven a hablar abiertamente de este tema. Es curioso, cuando les divido en grupos más pequeños, donde les jóvenes se conocen y tienen confianza entre elles, se abren más a hablar de lo que les da miedo, cuentan anécdotas o se ríen con mayor libertad. Si logro esto, puedo conectar con elles mejor y saber qué está ocurriendo en realidad en los pasillos, clases y aseos. Cuentan sus miedos y muchas veces sugieren trucos para ayudar al resto. Es muy interesante como en un ambiente de seguridad, elles mismes encuentran soluciones válidas, aunque sólo sean temporales, para mejorar la estancia del resto.

 

En la red de casas de juventud solían tener cajas de compresas y también de condones para que les jóvenes accedieran a estos productos cuando lo necesitaran. Nunca tuve problemas de suministros, como en un principio plantearon algunas instituciones colaboradoras que podía ocurrir, e incluso, con las dudas latentes de los familiares que consideraban que estaba mal hacerlo. Les jóvenes tampoco tenían ningún problema en pedir los productos, aunque reconozco que algunas personas sí que les costaba más, ayudándose de otres amiges para acceder a los productos que se les ofrecía gratuitamente. Lo que yo detecté era una asiduidad más cómoda para les jóvenes, es decir, un lugar seguro para elles donde nadie les juzgaba y eran unas necesidades normalizadas.

 

El hecho de que las mascarillas bajaran de precio pero que, productos de primera necesidad como las compresas, tampones y copas menstruales sigan manteniendo precios abusivos, es descorazonador. Se puede entender la protección de todes con el uso de las mascarillas por culpa de una pandemia mundial, pero la menstruación también está presente a escala mundial. Es cierto que se trata de un ciclo natural que lleva toda la vida siéndolo, pero eso no lo hace irrelevante. Al contrario, debería ser un problema solventado. Me da mucha rabia que pocos hombres cisheteronormativos se hayan parado a sopesar la necesidad de regular un producto tan necesario para las personas que menstruan, por el simple hecho de que ellos no tienen que pasar por lo mismo. Estoy convencido y es un tema recurrente en reuniones entre compañeres— de que si las personas que no menstruan lo hicieran, probablemente el precio sería un chiste en comparación al que está vigente. Da mucha impotencia pensar que todo tiene que ver con relegar a una gran parte de la población sólo por tener un ciclo mensual natural en sus cuerpos.

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