martes, 16 de mayo de 2023

Dicen: "No eres más que un niño".

En esta actividad, me piden que vea el siguiente vídeo, que comente qué es lo que me ha impresionado más y cuál creo que puede ser mi aportación como docente a los derechos de la infancia. 


Conocía a Malala Yousafzai y a Greta Thunberg. Su trabajo y dedicación son indiscutibles. Desde muy pequeñas, sus voces han dado la vuelta al mundo. Han movilizado a millones de personas para que tomen partido y no se queden con los brazos cruzados esperando a que los adultos solucionen las cosas y hay adultos que han comenzado a movilizarse gracias a unas niñas muy jóvenes. Actualmente, sigo muy de cerca su trabajo.

A Yursa Mardini, Sophie Cruz e Ismael Beah, no les conocía. Quizá por esta razón sus historias me hayan impresionado más en este momento. 

¿Cómo una niña es capaz de superar el terror que produce el mar abierto y su peligrosidad pensando en salvar a otras personas, mayores que ella, creer que puede y hacerlo posible? Es muy impactante, a la par que sobrecogedor. He tenido que reflexionar sobre esta situación. ¿Yo estaría dispuesto a ser como esa niña? ¿En su lugar habría hecho lo mismo? Considero que toda persona expuesta a unas condiciones durísimas sería capaz de hacer grandes movimientos, pero hablamos de una niña pequeña que nadó durante horas con un pensamiento muy claro: no quiero morir, no les dejaré morir. Una auténtica héroe.

Por otro lado, tenemos a Sophie Cruz, una niña de doce años que decide encararse y darle una lección a todas las personas que la rodean, es también de un valor enorme. A su edad, no se me habría ocurrido hacer nada parecido. A día de hoy, incluso me costaría desafiar a quienes me han enseñado a callar. Es toda una inspiración que no pienso olvidar fácilmente.

Ismael Beah, que he visto que nació poco antes que yo, ha sobrevivido a una barbarie y, con todo, se ha atrevido a evitar que a otras personas les pasara lo mismo. Fue un niño capaz de razonar que lo que le estaba pasando no estaba bien, de cuestionar a quienes le mandaban y cambiar su pensamiento para salvar vidas en vez de quitarlas, dando su mejor versión como ser humano pensante. Si a esto le añadimos que era un niño muy pequeño, pone los pelos de punta.


Visto todo esto desde un punto de vista externo, ¿cuál puede ser mi aportación? Me he tomado mi tiempo porque, partiendo de la base de "para hacer grandes cambios hay que hacer grandes sacrificios", no es fácil saber cuál es el mejor camino para ser mejor persona. Los derechos fundamentales de las niñas, los niños y les niñes, son algo que no pueden tomarse a la ligera. Son personas, son humanas, tienen miedo, sienten rabia, son audaces y capaces de hacer todo cuanto se propongan.

Dicho esto, creo que mi mejor aportación es escucharles. No por ser pequeños van a tener menos razón ni su palabra va a dejar de tener validez. Escuchar. Conocer sus inquietudes, saber qué les pasa por la cabeza e intentar guiarles lo mejor posible hasta sus metas. Si consideran que colgando unos calzoncillos de un mástil van a lograr un cambio importante, ayudarles a izarlos.

La juventud tiene grandes ideas, pero a menudo no tienen ni los medios ni a gente que se interese por lo que dicen. Es importante oírles y verles, pero sobre todo es importante escucharles. A veces, en las cosas más sencillas están las mejores soluciones.



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